lunes, 18 de noviembre de 2013

Somewhere I Belong


  Nos levantamos temprano, desayunamos y marchamos hacia el colegio. Pese a estar en pleno mes de Julio refrescaba por las mañanas así que tanto mi colega como yo llevábamos algo de abrigo para protegernos del frío mañanero. Durante la jornada matinal se llevaría a cabo las pruebas de nivel, pero como yo ya tenía asignada mi clase así que me dediqué a recorrer las calles del pueblo. Me sorprendió la cantidad de cosas extrañas y diferentes que tenían los ingleses: chocolatinas gigantes, periódicos sensacionalistas y tiendas de extraños objetos que seguramente no servían para nada. Estuve dando vueltas hasta que decidí regresar al colegio y me topé con un grupo de chicas. Intenté unirme a la conversación y en media hora tomábamos todos juntos el almuerzo en el parque de hierba que había a la entrada. En mi vida diaria me costaba bastante socializar, pero desde que había llegado a Inglaterra me sentía más seguro de mi mismo. No sabía explicar la razón, pero posiblemente el haber escapado de mi burbuja hubiera influido. Cuando los chicos que habían hecho las pruebas salieron se unieron a nosotros y, una vez que todos terminamos de comer, nos fuimos a una explanada. Nos dividieron por equipos y, como no podía ser de otra manera, me quedé sin grupo así que me tuve que quedar con los sobrantes. Nunca había sido alguien popular o guay y no iba a ser diferente allí por muy lejos que estuviéramos de Murcia. Sin embargo había algo en nuestro equipo que denotaba autenticidad y, contra todo pronóstico, quedamos 3º en la liguilla. Evidentemente nunca había sido muy futbolero, pero hubo algo ese día que me impulsó a superarme. Tal vez fue la necesidad de demostrar que valíamos demasiados para ser unos simples sobrantes.

Los días se sucedieron con las clases y se alternaban con actividades como la bolera o pequeñas gynkanas hasta que llegó el día de viajar a Londres. Cogimos el tren bien temprano y bajamos en la capital antes del mediodía. Recuerdo muchas cosas de ese día: el tiempo era inestable, vimos los lugares más emblemáticos de la ciudad y visitamos el museo de cera. Pero lo que más me marcó fue la magnitud con la que esa ciudad me absorbió. Aunque había viajado mucho con mis padres nunca había llegado a desenvolverme por una ciudad con la independencia con la que me moví ese día por Londres, y eso que no salí del centro histórico, aún así el ambiente cosmopolita, la diversidad, la grandiosidad, todo lo que podía hacerme temblar de la emoción se encontraba allí reunido, y allí estaba yo admirando todo el lugar como si el tiempo se hubiera detenido para siempre. Entendí entonces que era eso lo que quería, vivir en un lugar así, pasear por calles infinitas atrapado entre edificios majestuosos y pantallas de Neón. Formar parte de un bullicio interminable y a la vez ser capaz de descubrir sitios, personas, historias nuevas cada día. Ese día tuve un sueño: salir de mi burbuja para no regresar nunca más.

1 comentario:

  1. Dios Alberto, qué recuerdos...
    Ese partido de fútbol lo recordaré siempre por el cabreo que me llevé!! jajaja Hay una foto mía que lo demuestra xD

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