Tras
el regreso de Londres me sentía con energías renovadas, no sólo
estaba cada vez más integrado en el grupo sino que además tenía
más confianza en mi mismo para relacionarme con el resto de
compañeros. Volveríamos a Londres en más ocasiones y realizaríamos
otro viajes descubriendo zonas de Inglaterra que desconocía. Aunque
lo peor era el tiempo, las numerosas actividades y los ratos de ocio
que sacábamos lo compensaban todo. De vez en cuando llegaban
noticias de España, pero eso estaba tan lejos en ese momento que
apenas le daba importancia. Si durante la primera visita a Londres
habíamos estado más guiados con apenas una hora para movernos por
nuestra cuenta, el resto de viajes fueron totalmente libre y me
sirvieron para enamorarme, aún más si cabe, de aquella ciudad:
Camden Town, Harrods, Hamley's, Picadilly Circus... Todo era
maravilloso cada vez que lo veía y no me cansaba de verlo cada vez
que podía.
Entre tanta clase nos tomamos un respiro el fin de
semana que nos fuimos a Greenwaters. Greenwaters era un paraje
natural de acampada en donde montamos nuestras propias tiendas y
pasamos el tiempo haciendo diferentes actividades como piragüismo o
juegos en grupo. Aunque estuvo nublado la mayor parte del tiempo, el
clima no interfirió para que pudieramos pasar un gran fin de semana.
Las noches a la interperie (porque lo que es la tienda la usamos para
dejar las mochilas y poco más) nos sirvieron para conocernos mejor
y, como es evidente, encontramos amigos comunes que habíamos dejado
en Murcia. Aunque esos momentos no eran más que una realidad onírica
condenada a esfumarse en pocas semanas, nosotros creábamos con cada
palabra y con cada gesto vínculos que nos hacían pensar que
seríamos inseparables durante el resto de nuestras vidas. Por suerte
esos vínculos nunca llegarían a desaparecer del todo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario