domingo, 24 de noviembre de 2013

Do You Believe


 Conforme se acercaba el último día el ritmo de las clases se iba haciendo cada vez más intenso. Apenas nos quedaba tiempo para quedar pues teníamos que estudiar duro para ganar el torneo de grupos. Tras superar con éxito pruebas como la competición en la máquina de baile o la carrera por el metro de Londres, nuestros resultados académicos serían determinantes para alzarnos con la victoria. Al final habíamos conseguido posicionarnos bastante bien en la puntuación general, y aunque en algunos momentos habíamos logrado estar a la cabeza de la clasificación, la recta final se presentaba muy reñida para los cuatro grupos. Cualquiera podía ganar. La tensión se podía palapar en el ambiente. Y llegó el día. Al final nos quedamos los segundos. A pesar de todo los ganadores eran de nuestra pandilla de amigos y nos alegramos por ellos además habíamos logrado romper todos los prejuicios que nos habían apartado de los grupos más populares que, por cierto, quedaron en tercera y cuarta posición.

Y llegó la cena de despedida. Nos arreglamos para la ocasión y fuimos a cenar a un bar con terraza aprovechando el buen tiempo. Ya teníamos las maletas hechas pues saldríamos del pueblo temprano y la noche prometía ser larga. Una vez que terminamos de cenar fuimos a un local en donde pincharían música y pasaríamos el resto de la velada. Pese a que no solía consumir alcohol esa noche tocaba desinhibirse y decidí beber. Muchos de mis compañeros, tanto del viaje como del colegio en Murcia ya hacían botelleos lo cierto es que yo había realizado poco ese tipo de prácticas hasta la fecha, reservándolas para ocasiones especiales. Y esa ocasión lo merecía. Nos intercambiamos los regalos del amigo invisible, compartimos buenos momentos y cuando el sol ya asomaba regresamos a casa para poder así aprovechar las pocas horas que nos quedaban en Leigh-on-Sea para dormir antes del viaje de vuelta.

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